domingo, 20 de noviembre de 2022

Sao Tomé y Principe -11

 Sao Tomé y Principe -11

Martes 14 de junio de 2022

Hoy tocaba cambio de localidad. Es algo que me gusta en los viajes ya que convierte el gran viaje en muchos miniviajes y aunque resulta un rollo recoger todo y cargar bártulos. Llegar a sitios nuevos ir descubriendo su entorno, sus particularidades… ilusiona y además no te lo juegas a una sola carta.






En teoría el cheking no se hacía hasta las dos. Así que desayunamos tranquilos, yo seguía teniendo 38 de fiebre y apenas tenía apetito. Me tomé un paracetamol y partimos de nuevo rumbo al sur. Fuimos haciendo algunas paradas en la boca del infierno y en playa Macondo.






Llegamos a la Roca de San Joao dos Angulares pronto, pero nos dieron habitación enseguida. Tuvimos suerte y nos dieron una que hacía esquina y tenía más espacio y un gran baño con flores 

naturales, un sillón y una mesa camilla. La atmósfera era colonial con detalles de otra época.Esta Roca esta regentada por João Carlos Silva un prestigioso chez que es famoso en Portugal y que

en esta finca apuesta por los productos naturales para mostrar la extraordinaria biodiversidad del archipiélago que quisiera dar a conocer. La mayoría de los productos utilizados en sus menús son producidos en la propia finca.



La Roça São João es una antigua plantación colonial con mucho encanto, que Silva ha transformado en "lugar de cultura", todo un giro frente a la dolorosa historia de la esclavitud en Santo Tomé y Príncipe. El 'chef', que considera la cocina como "un arte efímero", expone allí algunas de sus esculturas y pinturas.




Como el menú de degustación hay que encargarlo con antelación ese día tuvimos que tomar un plato único que dejaba mucho que desear. Encargamos el menú de degustación para el día siguiente.



Fuimos antes de comer a dar un paseo por el pueblo que hay bajando la cuesta. Era hora punta y había mucha vida en la calle y en los colegios. Este pueblo se veía con un poco más de nivel que otros que habíamos visto.


Queríamos llegar hasta la línea de costa y nos adentramos en una zona de suburbios con infraviviendas y animales por todas partes, cerdos ,cabras ,gallinas … Cuando íbamos a desistir una joven que lavaba en un pilón dejó su tarea y nos preguntó si buscábamos la playa y al confirmarlo nos llevó hasta una bajada que entre basuras y escombros llevaba a la playa. Hicimos algunas fotos y decidimos no bajar. Regresamos a la Roca.






Los caminos y jardines de la Roca son espectaculares además la finca es muy extensa. Frente al edificio principal hay una casa que es del médico y de ambos lados de la misma parten unos caminos que es un placer para los sentidos recorrerlos. Están repletos de caladiums, helechos, palmeras ,diefenbachias, taros, flores de porcelana, cafetales y árboles autóctonos.

Se escuchaban muchas aves. En el camino de la derecha  circulaba mucha agua de la lluvia torrencial del día anterior y se formaban pequeñas cascadas en los desniveles.







La comida fue un desastre nos dijeron que era a la una, fue mucho más tarde y consistió en un plato único escaso consistente en arroz y un poco de guiso parecido a los callos.

Dormimos una agradable siesta. A esta altura del viaje estábamos ya muy cansados.







Nos dimos un largo paseo por el camino de la izquierda.



Entre los jardines hay un enorme palomar y un gallinero donde además de gallinas hay patos. Al otro lado un museo de arte moderno con obras del mismo chez. Entre los árboles y plantas de jardín hay así mismo algunas esculturas con materiales reciclados.






Buscamos en internet y decidimos ir a cenar a un lugar que había a la salida del pueblo que tenía buena crítica llamado Mionga . Nos dio coraje llegar cuando oscurecía porque era un lugar con mucho encanto buenas vistas y un jardín tropical muy cuidado.

Tenía un mirador de madera desde donde se veía la playa y la desembocadura de un río.

En este país comer es complicado queríamos cenar algo pero al no tener carta ni precios y ser los únicos comensales, no teníamos ninguna referencia por lo que pides de cenar y te traen lo que les parece y te cobran lo que les da la gana. Queríamos cenar algo, pero no tanto. Nos trajeron sopa de mandioca, pescado con arroz, banana, yuca, y de postre algo delicioso ,mango verde laminado con almíbar de lima. Mucha de la comida ni la probamos. Nos costó 13 euros.





sábado, 19 de noviembre de 2022

Sao Tomé y Principe-10

 Sao Tomé y Principe-10

Lunes 13 de junio de 2022

Como el desayuno no era hasta las ocho y yo a las cinco ya estaba despierto, me dediqué a investigar el entorno cercano. Resultó ser la zona menos atractiva de las que estuvimos alojados hasta ahora. De entrada, todo estaba vallado y tuve que atravesar una de ellas para poder acceder a la playa más cercana. Era rocosa y como todas las playas a las que no tiene acceso la gente estaba llena de basura y restos vegetales. Vi algunos nidos de tejedores colgados de acacias. También disfruté viendo machos de viuda (Vidua macroura) marcando su territorio elevándose en vertical por el aire.


Regresé un tanto decepcionado a la hora de desayunar. El desayuno era correcto pero las cantidades y la calidad de los productos dejaba mucho que desear. El zumo natural de fruta no se sabía de que fruta era y tenía más hielo y agua que fruta. Había fruta fresca, tostadas con jamón dulce, mermelada, mantequilla, café y tortilla.

El día de hoy lo queríamos dedicar a visitar el Parque Natural de Obo. Cogimos la carretera que va hacia el interior de la isla que pasa por Trindade. El coche de alquiler que era una tartana hacia todo tipo de ruidos paramos porque todo era cuesta arriba y pensamos que se recalentaría, pero no aunque siguió haciendo todo tipo de ruidos.

La carretera era aceptable hasta el tramo final donde jamás tirarías con tu coche.

Llegamos al Jardín Botánico do Bon Sucesso que era pequeño y con colecciones que eran las mismas plantas se ven por toda la isla. No había nada que me llamara especialmente la atención.






Enseguida se acercó un empleado que nos comentó los precios. La subida al Lagoa Amelia era de 20 euros por persona y la visita al jardín 4 euros por persona. Éramos los únicos que estábamos allí, así que le dimos la conformidad para que hiciéramos la subida. Cerró el local sin dejar ningún tipo de aviso por si llegaba alguien más. Partimos hacia el lago, calculando hora y media de ida y hora y media de vuelta.

La primera parte del sendero era atravesando campos de cultivo donde se cultivaban plataneras,mandioca,yuca,leguminosas…y zonas con vegetación alóctona sobre todo iresines,margaritas arbóreas,ruelias,conmelinas,frambuesas…







Todo el camino estaba embarrado y pedregoso. Pasada la zona de cultivos nos adentramos en el Parque Natural Obo propiamente dicho y la vegetación comenzó a cambiar,al principio los ejemplares arbóreos eran pequeños pero progresivamente fuimos descubriendo enormes especímenes cubiertos de líquenes, musgos y epifitas










Tomas el guía no me aportó nada nuevo ni con respeto a animales ni a plantas se limitaba a mostrarnos el camino. Las especies autóctonas las descubría Miguel y el corroboraba que eran autóctonas, pero desconocía sus nombres. Vimos algunas orquídeas. El camino, aunque con solo 300 metros de desnivel cada vez era más empinado y duro por el calor húmedo a pesar de estar nublado. Por fin tras una bajada donde cada vez se veían más begonias gigantes( begonia baccata) llegamos la cráter del Lago Amelia.

Es un antigua cráter cubierto de vegetación pantanosa sobre tierras movedizas de unos 17 metros de profundidad donde al andar se mueve el suelo y te hundes una sensación un tanto extraña. El tiempo estaba brumoso y todo el cráter estaba rodeado de árboles cubiertos de líquenes, helechos arborescentes, y begonias gigantes. Se escuchaba el canto de muchas aves. Resultaba una atmósfera única.











Comenzamos la bajada de regreso y notamos como se empezó a nublar de repente .Nos cruzamos con una  pareja de portugueses mayores que al llegar  al centro de interpretación y no ver a nadie habían hecho la subida por su cuenta ,el guía se enfadó mucho con ellos y les dijo que se pasaran a su regreso ,supongo que para cobrarles algo.

Terminando la zona de bosque y comenzando a entrar en la zona de cultivos Tomás dijo que iba a llover y comenzó a llover al principio de manera sutil y al poco tiempo torrencialmente. Entendimos porque las carreteras y los caminos estaban tan deteriorados. El sendero se convirtió en pocos minutos en una acequia donde era difícil caminar por el barro y la cantidad de agua que arrastraba acompañada de maleza y piedras. Íbamos evitando los resbalones con el palo que nos dieron al comenzar el ascenso. Estábamos totalmente empapados y nos resbalábamos continuamente y en uno de ellos me caí de culo. El guía nos cortó unas hojas de platanera para que nos sirvieran de paraguas, pero eran totalmente inútiles con la que caía eso si quedaba muy pintoresco. No pude hacer ni una foto porqué llegamos a sentir miedo de ser arrastrados por la corriente y nos faltaban manos para agarrarnos a todas partes.

La vuelta se hizo interminable y llegamos calados hasta los huesos. Anulamos la visita al jardín Botánico. El guía no nos aportó nada y pasaba de nosotros ,solo le interesaba de nosotros los 40 euros. Muy descontentos acabamos.

Yo pensaba en los ancianos portugueses que habría sido de ellos y se lo dije  al guía que pasó tres kilos de ellos.

La ropa se podía estrujar era una hora en la que comíamos por el camino en Trindade o no comíamos. Así que decidimos parar a comer mojados. Comimos en un sitio donde comía gente local lo de siempre pescado con arroz y plátano y gallina de cuecen antes de freír para que no este tan dura. Regresamos lo antes que pudimos pero comer mojado me pasó factura y al llegar tenía muy mal cuerpo y me dio fiebre esa noche. A partir de ese día me sentí dolorido y muy cansado. Menos mal que ya quedaba la última etapa del viaje que era más relajada en la Roca de San Joao Dos Angulares.

 







viernes, 18 de noviembre de 2022

Sao Tomé y Principe 9

 Sao Tomé y Principe 9

Domingo 12 de junio de 2022



A las 8,30 nos recogió el taxista que nos llevó al minúsculo aeropuerto de Príncipe, donde aunque éramos los primeros en llegar nos registraron el equipaje, menos mal que de manera sutil Miguel movió las cosas diciendo lo que era para que no se vieran los esquejes que llevábamos. Luego antes de pasar a la sala de espera la chica que nos revisaba los pasaportes al ver que éramos españoles nos contó para nuestro asombro durante un cuarto de hora un romance que tuvo con médico español que fue muy bonito, pero que acabó y que no nos interesaba en absoluto.

La sala de espera era pequeña incómoda con asientos de madera, eso sí con aire acondicionado.

Como estábamos todos los pasajeros salimos media hora antes.

Al llegar antes de tiempo tuvimos que esperar un rato a que llegara el chico que nos traería el coche de alquiler. Se vino con nosotros a la ciudad donde recogió su moto. Paramos antes un momento para recoger la maleta que habíamos dejado.

En la ciudad pusimos gasolina y compramos algo de fruta en el paseo marítimo y partimos rumbo a Domus Guesshouse.

El lugar era impresionante como apartamento, muy grande y con una enorme terraza con buenas vistas incluyendo la línea de costa y enormes árboles.











Tenía dos dormitorios y un salón con office . Un añorado sofá, pero todo con diseño africano incomodísimo. Pedimos un frigorífico y nos lo trajeron enseguida para guardar fruta, yogures y cervezas que habíamos comprado. No tenía aire acondicionado tan solo ventiladores.





El lugar estaba bien para dormir porque estaba cerca de la capital, pero ya está. El entorno cercano era agresivo sin acceso a la playa ni a los campos  de los alrededores ,todo estaba vallado y la subida era un pedregal y la piscina estaba verde. Estábamos solos en el Residencial. El desayuno era a las ocho demasiado tarde para un país donde amanece a las cinco y media.

La comida había que encargarla con antelación por lo que decidimos ir a comer a la capital de nuevo a Papa Figo que era nuestra apuesta segura . Comimos un guiso de pulpo muy rico.

Luego fuimos a la playa de Santana donde enormes árboles crecían a pie de playa. En la parte  derecha de la playa había un resort de lujo el resto es una playa de pescadores donde había grupos de jóvenes locales que estaban como en España de litrona y que nos preguntaron cosas muy educadamente a pesar del “coloque”. Nos bañamos el agua estaba estupenda y era un sitio muy tranquilo una de las barcas de pescadores salió a faenar.






Como teníamos para cenar comida y bebida, cenamos en la terraza escuchando los sonidos de la selva  .Las polillas venían atraídas por las luces del techo.

A pesar de no haber aire acondicionado, dormimos bien con el ventilador.