jueves, 17 de noviembre de 2022

Sao Tomé y Principe 8

 Sao Tomé y Principe 8

Sábado 11 de junio de 2022

A pesar de que Vado insistió en llevarnos hoy a ver cataratas y monos decidimos que con un día de batido de columna vertebral dando tumbos por esos caminos teníamos suficiente.

Desayunamos a las siete tranquilamente. El desayuno en Principe era muy completo: café con leche, tostadas con mantequilla y mermelada, queso de untar, zumos naturales, huevos y fruta fresca.

Pensamos ir andando a una playa cercana que habíamos visto en Google maps, pero antes quisimos volver a la selva que comenzaba al final de nuestra calle y nos volvió a encantar el lugar. Nos adentramos siguiendo un sendero que atravesaba plantaciones de cacao de varios tipos rojos, amarillos y anaranjados. La única zona cultivada era tan solo la cercana al camino, luego grandes árboles, palmeras y lianas que hacían impenetrable cualquier intento de pasar.








El suelo estaba embarrado por la lluvia del día anterior así que no estuvimos mucho tiempo.

Regresamos al margen derecho del río. Tuvimos la suerte de que estaba un poco nublado y no pasamos demasiado calor, ya que el camino era cuesta arriba. La gente caminaba por la carretera cargada con bártulos y apenas circulaba de tarde en tarde alguna moto y algún coche.





La vegetación como en toda la isla lujuriosa y perfecta. Llegamos a un cruce que se bifurcaba a la derecha hacia playa Abade y a la izquierda hacia playa Punta Mina, donde nos dirigíamos.




El recorrido no era muy largo y era cuesta abajo. Atravesando senderos enmarcados por enormes photos y densa vegetación a una playa donde crecían enormes heliconias amarillas casi pegadas a la orilla del mar. Unas mujeres lavaban en un pequeño arroyo que desembocaba en la playa. Un grupo de niños y niñas pequeños nos observaron con mucha curiosidad y una barca de pescadores estaba parada frente a la orilla.

Nos dimos un baño,el agua estaba estupenda ,un poco limosa en la orilla por el aporte del arroyo . Hacia dentro estaba limpia y cálida.

Me paseé por la orilla buscando cochas y semillas. Cogí unas enormes vainas parecidas a las entadas creo de árbol gabla. Los niños me observaban con detenimiento y al rato se acercaron a traerme todas las conchas y vainas que habían encontrado ya que vieron que me interesaban.

Querían interactuar con nosotros. Una niña menuda de unos seis años cargaba con su hermanito casi tan grande como ella.

Aunque no me pidieron nada y no quise en todo el viaje dar dinero ni golosinas aunque me pidieron en algunas ocasiones, esta vez si compartí con ellos una chocolatina. Luego se fueron a seguir jugando desnudos con los troncos que llevaba hasta la orilla la marea. Se veían felices y sin interferencias.


Sobre las once regresamos hasta el residencial. No habían hecho la habitación y olía regular. Nos duchamos y fuimos a comer de nuevo al almacén. Pedimos pulpo a la brasa y pasta con pollo.

Regresamos para una pequeña siesta. En el trópico los horarios son complicados. Oscurece a las seis y entre que no hay mucha iluminación nocturna y pocas cosas que hacer por la falta de ofertas de ocio no queda otra que acostarse como las gallinas.





Dimos un largo paseo por las zonas que nos quedaban por recorrer y cenamos algo en el residencial. Vimos la tele y preparamos el equipaje para regresar al día siguiente a Sao Tomé.









2 comentarios:

  1. Hola, en primer lugar felicidades por vuestros relatos. Es maravilloso poder leer vuestras experiencias en este paraíso. Como conseguisteis el contacto del coche+conductor? Nos gustaría contactarle para cuando vayamos

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