viernes, 18 de noviembre de 2022

Sao Tomé y Principe 9

 Sao Tomé y Principe 9

Domingo 12 de junio de 2022



A las 8,30 nos recogió el taxista que nos llevó al minúsculo aeropuerto de Príncipe, donde aunque éramos los primeros en llegar nos registraron el equipaje, menos mal que de manera sutil Miguel movió las cosas diciendo lo que era para que no se vieran los esquejes que llevábamos. Luego antes de pasar a la sala de espera la chica que nos revisaba los pasaportes al ver que éramos españoles nos contó para nuestro asombro durante un cuarto de hora un romance que tuvo con médico español que fue muy bonito, pero que acabó y que no nos interesaba en absoluto.

La sala de espera era pequeña incómoda con asientos de madera, eso sí con aire acondicionado.

Como estábamos todos los pasajeros salimos media hora antes.

Al llegar antes de tiempo tuvimos que esperar un rato a que llegara el chico que nos traería el coche de alquiler. Se vino con nosotros a la ciudad donde recogió su moto. Paramos antes un momento para recoger la maleta que habíamos dejado.

En la ciudad pusimos gasolina y compramos algo de fruta en el paseo marítimo y partimos rumbo a Domus Guesshouse.

El lugar era impresionante como apartamento, muy grande y con una enorme terraza con buenas vistas incluyendo la línea de costa y enormes árboles.











Tenía dos dormitorios y un salón con office . Un añorado sofá, pero todo con diseño africano incomodísimo. Pedimos un frigorífico y nos lo trajeron enseguida para guardar fruta, yogures y cervezas que habíamos comprado. No tenía aire acondicionado tan solo ventiladores.





El lugar estaba bien para dormir porque estaba cerca de la capital, pero ya está. El entorno cercano era agresivo sin acceso a la playa ni a los campos  de los alrededores ,todo estaba vallado y la subida era un pedregal y la piscina estaba verde. Estábamos solos en el Residencial. El desayuno era a las ocho demasiado tarde para un país donde amanece a las cinco y media.

La comida había que encargarla con antelación por lo que decidimos ir a comer a la capital de nuevo a Papa Figo que era nuestra apuesta segura . Comimos un guiso de pulpo muy rico.

Luego fuimos a la playa de Santana donde enormes árboles crecían a pie de playa. En la parte  derecha de la playa había un resort de lujo el resto es una playa de pescadores donde había grupos de jóvenes locales que estaban como en España de litrona y que nos preguntaron cosas muy educadamente a pesar del “coloque”. Nos bañamos el agua estaba estupenda y era un sitio muy tranquilo una de las barcas de pescadores salió a faenar.






Como teníamos para cenar comida y bebida, cenamos en la terraza escuchando los sonidos de la selva  .Las polillas venían atraídas por las luces del techo.

A pesar de no haber aire acondicionado, dormimos bien con el ventilador.







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