Sao Tomé y Principe-10
Lunes 13 de junio de 2022
Como el desayuno no era hasta las
ocho y yo a las cinco ya estaba despierto, me dediqué a investigar el entorno
cercano. Resultó ser la zona menos atractiva de las que estuvimos alojados
hasta ahora. De entrada, todo estaba vallado y tuve que atravesar una de ellas
para poder acceder a la playa más cercana. Era rocosa y como todas las playas a
las que no tiene acceso la gente estaba llena de basura y restos vegetales. Vi
algunos nidos de tejedores colgados de acacias. También disfruté viendo machos
de viuda (Vidua macroura) marcando su territorio elevándose en vertical por el
aire.
Regresé un tanto decepcionado a
la hora de desayunar. El desayuno era correcto pero las cantidades y la calidad
de los productos dejaba mucho que desear. El zumo natural de fruta no se sabía
de que fruta era y tenía más hielo y agua que fruta. Había fruta fresca,
tostadas con jamón dulce, mermelada, mantequilla, café y tortilla.
El día de hoy lo queríamos
dedicar a visitar el Parque Natural de Obo. Cogimos la carretera que va hacia
el interior de la isla que pasa por Trindade. El coche de alquiler que era una
tartana hacia todo tipo de ruidos paramos porque todo era cuesta arriba y
pensamos que se recalentaría, pero no aunque siguió haciendo todo tipo de
ruidos.
La carretera era aceptable hasta
el tramo final donde jamás tirarías con tu coche.
Llegamos al Jardín Botánico do Bon Sucesso que era pequeño y con colecciones que eran las mismas plantas se ven por toda la isla. No había nada que me llamara especialmente la atención.
Enseguida se acercó un empleado
que nos comentó los precios. La subida al Lagoa Amelia era de 20 euros por
persona y la visita al jardín 4 euros por persona. Éramos los únicos que
estábamos allí, así que le dimos la conformidad para que hiciéramos la subida.
Cerró el local sin dejar ningún tipo de aviso por si llegaba alguien más.
Partimos hacia el lago, calculando hora y media de ida y hora y media de
vuelta.
La primera parte del sendero era
atravesando campos de cultivo donde se cultivaban
plataneras,mandioca,yuca,leguminosas…y zonas con vegetación alóctona sobre todo
iresines,margaritas arbóreas,ruelias,conmelinas,frambuesas…
Tomas el guía no me aportó nada
nuevo ni con respeto a animales ni a plantas se limitaba a mostrarnos el camino.
Las especies autóctonas las descubría Miguel y el corroboraba que eran autóctonas,
pero desconocía sus nombres. Vimos algunas orquídeas. El camino, aunque con
solo 300 metros de desnivel cada vez era más empinado y duro por el calor
húmedo a pesar de estar nublado. Por fin tras una bajada donde cada vez se
veían más begonias gigantes( begonia baccata) llegamos la cráter del Lago
Amelia.
Es un antigua cráter cubierto de
vegetación pantanosa sobre tierras movedizas de unos 17 metros de profundidad donde
al andar se mueve el suelo y te hundes una sensación un tanto extraña. El
tiempo estaba brumoso y todo el cráter estaba rodeado de árboles cubiertos de líquenes,
helechos arborescentes, y begonias gigantes. Se escuchaba el canto de muchas
aves. Resultaba una atmósfera única.
Comenzamos la bajada de regreso y
notamos como se empezó a nublar de repente .Nos cruzamos con una pareja de portugueses mayores que al llegar al centro de interpretación y no ver a nadie
habían hecho la subida por su cuenta ,el guía se enfadó mucho con ellos y les
dijo que se pasaran a su regreso ,supongo que para cobrarles algo.
Terminando la zona de bosque y
comenzando a entrar en la zona de cultivos Tomás dijo que iba a llover y
comenzó a llover al principio de manera sutil y al poco tiempo torrencialmente.
Entendimos porque las carreteras y los caminos estaban tan deteriorados. El
sendero se convirtió en pocos minutos en una acequia donde era difícil caminar
por el barro y la cantidad de agua que arrastraba acompañada de maleza y
piedras. Íbamos evitando los resbalones con el palo que nos dieron al comenzar
el ascenso. Estábamos totalmente empapados y nos resbalábamos continuamente y
en uno de ellos me caí de culo. El guía nos cortó unas hojas de platanera para
que nos sirvieran de paraguas, pero eran totalmente inútiles con la que caía
eso si quedaba muy pintoresco. No pude hacer ni una foto porqué llegamos a
sentir miedo de ser arrastrados por la corriente y nos faltaban manos para
agarrarnos a todas partes.
La vuelta se hizo interminable y
llegamos calados hasta los huesos. Anulamos la visita al jardín Botánico. El
guía no nos aportó nada y pasaba de nosotros ,solo le interesaba de nosotros
los 40 euros. Muy descontentos acabamos.
Yo pensaba en los ancianos
portugueses que habría sido de ellos y se lo dije al guía que pasó tres kilos de ellos.
La ropa se podía estrujar era una
hora en la que comíamos por el camino en Trindade o no comíamos. Así que
decidimos parar a comer mojados. Comimos en un sitio donde comía gente local lo
de siempre pescado con arroz y plátano y gallina de cuecen antes de freír para
que no este tan dura. Regresamos lo antes que pudimos pero comer mojado me pasó
factura y al llegar tenía muy mal cuerpo y me dio fiebre esa noche. A partir de
ese día me sentí dolorido y muy cansado. Menos mal que ya quedaba la última
etapa del viaje que era más relajada en la Roca de San Joao Dos Angulares.