Sao Tomé y Principe 9
Domingo 12 de junio de 2022
A las 8,30 nos recogió el taxista
que nos llevó al minúsculo aeropuerto de Príncipe, donde aunque éramos los
primeros en llegar nos registraron el equipaje, menos mal que de manera sutil
Miguel movió las cosas diciendo lo que era para que no se vieran los esquejes
que llevábamos. Luego antes de pasar a la sala de espera la chica que nos
revisaba los pasaportes al ver que éramos españoles nos contó para nuestro asombro
durante un cuarto de hora un romance que tuvo con médico español que fue muy
bonito, pero que acabó y que no nos interesaba en absoluto.
La sala de espera era pequeña
incómoda con asientos de madera, eso sí con aire acondicionado.
Como estábamos todos los
pasajeros salimos media hora antes.
Al llegar antes de tiempo tuvimos
que esperar un rato a que llegara el chico que nos traería el coche de alquiler.
Se vino con nosotros a la ciudad donde recogió su moto. Paramos antes un
momento para recoger la maleta que habíamos dejado.
En la ciudad pusimos gasolina y
compramos algo de fruta en el paseo marítimo y partimos rumbo a Domus
Guesshouse.
El lugar era impresionante como
apartamento, muy grande y con una enorme terraza con buenas vistas incluyendo
la línea de costa y enormes árboles.
Tenía dos dormitorios y un salón
con office . Un añorado sofá, pero todo con diseño africano incomodísimo.
Pedimos un frigorífico y nos lo trajeron enseguida para guardar fruta, yogures
y cervezas que habíamos comprado. No tenía aire acondicionado tan solo
ventiladores.
El lugar estaba bien para dormir
porque estaba cerca de la capital, pero ya está. El entorno cercano era
agresivo sin acceso a la playa ni a los campos de los alrededores ,todo estaba vallado y la
subida era un pedregal y la piscina estaba verde. Estábamos solos en el
Residencial. El desayuno era a las ocho demasiado tarde para un país donde
amanece a las cinco y media.
La comida había que encargarla
con antelación por lo que decidimos ir a comer a la capital de nuevo a Papa
Figo que era nuestra apuesta segura . Comimos un guiso de pulpo muy rico.
Luego fuimos a la playa de
Santana donde enormes árboles crecían a pie de playa. En la parte derecha de la playa había un resort de lujo
el resto es una playa de pescadores donde había grupos de jóvenes locales que
estaban como en España de litrona y que nos preguntaron cosas muy educadamente
a pesar del “coloque”. Nos bañamos el agua estaba estupenda y era un sitio muy
tranquilo una de las barcas de pescadores salió a faenar.
Como teníamos para cenar comida y
bebida, cenamos en la terraza escuchando los sonidos de la selva .Las polillas venían atraídas por las luces
del techo.
A pesar de no haber aire acondicionado,
dormimos bien con el ventilador.
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